Mi mujer me ha descubierto mi colección de bragas anónimas recolectadas durante años caídas de los tenderetes de ropa y cerca de los contenedores de basura (eso sí, a mi me gustan limpias). Y me las ha tirado. Pero ayer paseando encontré unas preciosas de encaje desprendidas de una cuerda de ropa (yo no las robo) de una talla media de mujer y se me ha disparado de nuevo la fantasía, de que tía habrá llevado esas bragas y que coño hermoso tendrá. No me pude resistir la tentación y me las llevé a mi casa. Y pues nada una meada y una buena paja han caído a su salud. Y es que el vicio no tiene enmienda.